martes, 6 de mayo de 2014

El secreto está... en comprender lo que leemos



Saber leer no es solo poder descifrar un conjunto de letras y conseguir pronunciarlas correctamente. Si no somos capaces de comprender lo que hemos leído, habremos viajado a través de un hermoso paisaje con los ojos y oídos tapados.

Comprender nos posibilita recrear mentalmente los significados del texto que hemos leído, relacionando la información que nos ofrece el texto, con la información que ya poseemos.

Nuestra experiencia nos dice que no todas la personas comprendemos un texto de manera homogénea. Pero esto no significa que todas la interpretaciones sean válidas para la compresión y la comunicación. Las podremos considerar como válidas cuando seamos capaces de deducirlas a partir de la información que hemos leído. Cuando reconozcamos una misma idea formulada de diferente modo. Cuando seamos capaces de identificar palabras y frases claves y, cuando podamos sustituir las palabras del autor por palabras propias sin alterar el significado. Y sobre todo cuando seamos capaces de interpretar palabras desconocidas a través del contexto del texto.
 

Si somos capaces de potenciar estas habilidades, tendremos la herramienta perfecta para desempañar las situaciones de la vida cotidiana, en la que una buena comprensión lectora nos sacará de grandes apuros: cuando firmemos con el banco, el notario o el contrato del teléfono. Cuando leamos un prospecto médico o la receta de la paella. Cuando vayamos de viaje entre billetes y mapas...  o para perderse disfrutando de la lectura de un buen libro.




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