jueves, 31 de mayo de 2012

La lectura como formación profesional


Padres y profesores somos conscientes de la importancia que tiene que nuestros hijos comprendan lo que leen, porque el texto escrito, a pesar de estar inmersos en la cultura de la imagen, se le sigue considerando la fuente de información y de formación básicas.

Los últimos estudios empíricos sobre la lectura nos demuestran que la escasa competencia comprensiva es uno de los factores que determinan el fracaso escolar. Por lo tanto, es lógico que la preocupación por aumentar la capacidad comprensiva de nuestros chicos y chicas sea una constante en los últimos años.

 
La comprensión, tal y como se concibe actualmente, es un proceso a través del cual el lector elabora un significado en su interacción con el texto. El lector, cuando se enfrenta a un texto, lo hace como sujeto que tiene unas experiencias acumuladas y, por lo tanto, un conocimiento determinado. Este conocimiento que posee entra en juego a medida que decodifica el texto. La interacción que surge entre lector-texto es el fundamento de la comprensiónlectora. Es decir, en cualquier proceso de comprensión no es suficiente con el reconocimiento gráfico y semántico de las palabras. El lector, además relaciona la información que ya posee con la nueva información. Consecuentemente, cuanta menos información se posea del texto que se ha de abordar, encontrará mayor dificultad para abordarlo.
 
En la actualidad, la lectura no tiene el carácter mecánico y pasivo que tuvo en otros tiempos. Los grandes estudiosos del tema están de acuerdo en afirmar que el proceso lector tiene un carácter activo, propio de los procesos cognitivos más elevados. La capacidad de razonamiento, los conocimientos previos o la memorización, entre otras, son habilidades cognitivas que intervienen en el proceso lector. Por lo tanto, desarrollar el hábito lector implica desarrollarse cognitivamente.

Este desarrollo cognitivo y personal lo pueden adquirir a través  de  la  lectura ya que a través de la misma:
    • Se adquiere vocabulario. El niño, mediante sus lecturas, aprende no sólo nuevo vocabulario sino también a utilizarlo adecuadamente en los diferentes contextos lingüísticos, mejorando de ese modo su competencia comunicativa.
    • Se adquieren nuevas estructuras sintácticas. Tengamos en cuenta que la procedencia sociocultural del alumnado puede determinar su propia expresión. En esta línea, la lectura puede actuar de mecanismo compensador en su situación lingüística y comunicativa.

    • Se adquieren nuevos conocimientos geográficos, históricos, culturales…, estimulando, de ese modo, la curiosidad intelectual y el propio razonamiento.

    • Se desarrolla la imaginación y la creatividad.

Todo esto nos lleva a afirmar que los que hagan de la lectura una actividad cotidiana estarán ayudándose a aumentar su desarrollo intelectual, académico y lúdico.
                                                                                               
Mercé Viana
                                                                                                    
                                                                                          

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