viernes, 26 de marzo de 2021

¡A las dos serán las tres, y no da igual!

 


Hace un año salía un interesante artículo sobre lo poco que nos afectaría el cambio de hora en pleno confinamiento. El título rezaba «A las dos serán las tres, y dará igual», ya que estábamos encerrados en casa y adelantar las manecillas no iba a suponer un gran impacto en nuestra rutina. Sin embargo, desde ya hace algún tiempo el reloj analógico se ha visto envuelto en una curiosa polémica:

algunas escuelas los están retirando de las aulas, porque los niños, acostumbrados a los relojes digitales, ya no saben leer bien las manecillas del reloj y se ponen nerviosos durante los exámenes.

Esta noticia tuvo algunos apoyos, pero también muchos detractores. Y no es para menos. Estamos abocados, queramos o no, a depender cada vez más de las nuevas tecnologías, pero ello no quita que conocimientos como leer un reloj de manecillas deban dejar de impartirse o, en todo caso, reforzarse para que los más pequeños adquieran estas habilidades. No solo porque los relojes analógicos pueblan películas, imágenes históricas y son de gran ayuda para comprender otros dispositivos con manecillas; enseñar a leer las horas pueda dar pie a ampliar el conocimiento en otras áreas de la educación de los más pequeños.



Hay infinidad de ejemplos, aparte del obvio: saber leer un reloj sigue siendo práctico y, si deja de serlo, será un conocimiento indispensable para entender, por ejemplo, nuestro pasado más inmediato o numerosas expresiones del lenguaje coloquial. En definitiva, es y seguirá siendo un conocimiento enriquecedor para las nuevas generaciones.

Aquí os dejamos algunos ejemplos de todo lo que puede dar de sí enseñarle a los más pequeños a leer relojes “de toda la vida”:


  • ¡Matemáticas! No solo porque entra dentro del temario a impartir, sino porque pueden plantearse problemas que incluyan el cálculo de horas, minutos y segundos, pero también de días, semanas, meses, años… Entender el reloj analógico es fundamental para entender el tiempo y cómo medirlo en diferentes escalas.


  • ¡Ciencias naturales! ¿Por qué se cambia de hora? ¿Qué tiene que ver el movimiento de traslación de la Tierra? ¿Qué diferencias hay entre el hemisferio norte y sur? ¿Por qué cambiamos de estación? ¿Por qué no hay la misma luz a la misma hora en verano que en invierno? ¿Qué sucede en otras partes del mundo?

  • ¡También da para unas lecciones de historia! ¿Sabes que los romanos ya cambiaban de hora dependiendo del momento del año en el que estuvieran?

  • ¡Geografía! ¿Qué países entran dentro de qué husos horarios y qué excepciones hay?

  • ¡A practicar la redacción y la imaginación! Pongámoslos a imaginar: ¿qué podrían hacer con una hora más al día? ¿A dónde va esa hora “perdida” que provoca el cambio de hora?



  • Educación ambiental: ¿Qué impacto tiene en el planeta y los recursos retrasar o adelantar el reloj? ¿Cómo podemos ahorrar energía?

  • ¡Manualidades! Ayudarles a construir un reloj con manecillas les ayudará a entender mejor este instrumento y a fijarse en cómo se mueven y se leen en diferentes posiciones.



  • Crecimiento personal. Desarrollar habilidades requiere tiempo y saber leerlo es también aprender a controlarlo y gestionarlo, por ejemplo, para dedicar un ratito a todo tipo de actividades enriquecedoras.


Como veis, las horas dan mucho juego para ampliar todo tipo de conocimientos. Por ello es necesario enseñar a leer el reloj analógico, aunque parezca que tenga “las horas contadas”. ¡El saber no ocupa lugar! ¡Puedes consultar aquí nuestro cuadernillo de matemáticas dedicado al reloj!


¿Se os ocurre alguna actividad que no hayamos mencionado?


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